Educación
La educación es el proceso mediante el cual las personas adquieren conocimientos, habilidades, valores y comportamientos. Se efectúa en diversos contextos, como la escuela, la familia y la sociedad, y tiene como objetivo formar individuos capaces de desarrollarse y contribuir en su entorno.
Por MARÍA DANIELA ACOSTA DORTA
La educación es libertad en el contexto de encierro
Una investigación revela que el estudio permite a la persona privada de su libertad cambiar su rol de preso por el de alumno y establecer una conexión con el mundo detrás de los muros.
Romina E. Domínguez, de la Universidad Abierta Interamericana, publicó un estudio titulado “La educación en contexto de encierro”. En su trabajo, analizó el funcionamiento del sistema educativo dentro de la Cárcel de Devoto, cómo la escuela supone un lugar de libertad para los reclusos y la posibilidad que les brinda para generar un nuevo proyecto de vida lejos de la ilegalidad.
La autora del estudio explicó que los presos deben desvincularse de los aspectos sociales que dan orden y sentido a sus vidas para adherirse a la dinámica de institución total de la cárcel. Según Goffman, una institución total es un lugar de residencia y trabajo en donde un grupo de individuos, encerrado y apartado de la sociedad, comparte una rutina diaria administrada formalmente. Al ingresar al sistema penal, la persona sufre un proceso de desubjetivación en el que pierde el rol que ocupaba afuera para pasar a llenar el rol del recluso. Debido a esta desconfiguración de su identidad, les es más difícil la resocialización una vez que abandonan el establecimiento.
Para contrarrestar este efecto, el Servicio Penitenciario proporciona un régimen de tratamiento a la persona privada de su libertad. Este busca el desarrollo personal del recluso a través de la integración de hábitos saludables y normas de conducta para, eventualmente, evitar la reincidencia y lograr la reinserción social. Los reclusos pueden obtener beneficios como la libertad condicional o la reducción de la pena total si se adhieren al tratamiento, esto es una gran motivación para cumplir con sus actividades. La educación es uno de los aspectos del régimen de tratamiento y los responsables de esta dentro de la Cárcel de Devoto son el Ministerio de Educación y la Universidad de Buenos Aires (UBA). El primero se encarga de la educación primaria, a través de la Escuela de educación primaria para Adultos N° 16, y de la secundaria, por medio del Centro de Educación Nivel Secundario (CENS); la segunda administra la educación superior por medio del Centro Universitario Devoto (CUD).
Infografía: María Daniela Acosta.
Pero Ramiro Gual, profesor de Derecho del CUD, aseguró que la motivación para estudiar no se reduce a las ventajas en el tratamiento, sino que es un intento de la persona por mejorar su vida dentro de la cárcel. Salir de la hostilidad del pabellón e invertir el tiempo en actividades en las que adquiere herramientas para entender su realidad y tener formas concretas para afrontar desafíos tanto dentro como fuera de la cárcel. Asimismo, Carla Anciano, profesora del CENS, afirmó que los estudiantes valoran, por sobre todo, los encuentros cara a cara y los espacios de socialización con pares y profesores que les brinda la escuela.
El trabajo reveló que la formación escolar genera un nexo entre la persona privada de su libertad y el mundo detrás de los muros, permite originar acciones resocializadoras y cambiar del rol de preso al de alumno aunque sea por unas horas. Sin embargo, la escuela funciona como una institución dentro de otra, lo que supone la articulación de dos sistemas con lógicas muy diferentes: en el sistema penitenciario, prima el castigo y la disciplina, y, en el sistema educativo, el desarrollo integral de los sujetos. “El funcionamiento de la seguridad siempre prevalece sobre el funcionamiento de la escuela. Muchas veces las clases se interrumpen por requisas, hay cortes de paso a las aulas, y este tipo de situaciones entorpecen la dinámica de las clases”, comentó Carla Anciano.
Dentro del aula, los estudiantes dejan de ser solo reclusos y se convierten en compañeros de curso, generan un sentido de pertenencia. Lucía Braggio, profesora de la escuela N° 16, expresó: “En la escuela, los estudiantes toman conciencia de su potencial, adquieren nuevos saberes y se ayudan mutuamente. Desarman los prejuicios que tienen sobre sus propias historias, el pensamiento de que son menos o que son malos, entienden que son más que sus acciones punibles”.
Infografía: María Daniela Acosta Dorta.
En diversas entrevistas con Domínguez, los docentes aseguraron que, si la persona que queda en libertad se siente realmente incluida, participa de un proyecto colectivo y tiene sus propios sueños, no desea volver a la cárcel. “No hay estadísticas sobre la influencia de la educación en la no reincidencia, pero es evidente que da muchas herramientas para evitar que vuelvan a cometerse delitos violentos o de situaciones que terminen en la privación de libertad”, confirmó Gual. Del mismo modo, Anciano reforzó esta idea y resaltó que, muchas veces, la violencia está vinculada con la incapacidad de verbalizar los sentimientos e ideas, y la educación es clave para alcanzar esta aptitud.
La educación en prisión produce efectos profundos en los internos: regresan a sus barrios como hombres nuevos, con un proyecto de vida e ideas frescas que buscan implementar en sus vecindarios. La autora aclaró que, si bien los testimonios de profesores y exreclusos prueban que la formación académica disminuye la reincidencia y el delito, todavía faltan estudios sistemáticos con seguimiento permanente para poder demostrarlo de manera irrefutable. No obstante, es innegable que la vivencia en el aula transforma de tal manera a las personas que es posible imaginar un futuro sin reincidencia en delitos violentos para quienes eligen el camino del aprendizaje.